Seria
difícil imaginar a una persona más descorazonada y sin esperanzas que Ken
Butterfield cuando deambulaba por la segunda avenida, aquella triste mañana de
febrero. Se había desayunado frugalmente con café y tostadas en un cafetín
pocas cuadras atrás, y tenía en el bolsillo exactamente siete resobados
billetes de a dólar. Había pasado la
noche en un refugio para hombres sin hogar, pero tenía una cosa en su favor: un
traje bastante decente, que era lo que le había quedado de una pasada
prosperidad. El aspecto general de Ken
era de aseo personal.
Había
sufrido una rápida caída en espiral. El padre,
al morir, le dejo unos cuarenta mil dólares; y no habiendo dispuesto antes de
una suma tan grande, Ken la malbarato, primero en salones elegantes y después
en tabernas infelices.
-Ya
no tengo ninguna esperanza-le confió a un amigo.
-Debieras
ver a Norman Vincent Peale.
-Quien
es, y que puede hacer por mí?
-Tal
vez te pueda dar una nueva idea acerca de ti mismo, Nada se pierde con que
vayas a verlo.
Era
soltero y había sido subgerente de una tienda, pero se dio mucho a la bebida y
perdió el empleo, que era bueno y le ofrecía oportunidades de progreso. Entonces si se lanzó cuesta abajo, pero
únicamente ahora se daba cuenta en realidad de su situación, y quería ponerle
algún remedio. Era bastante inteligente
para comprender que el primer paso tenía que ser abandonar los pensamientos
negativos, desechar esa actitud de desesperanza y desprecio de si propio, y
buscar en cambio todos los factores positivos de su situación.
En
algunos casos la misma persona tiene la facultad de crear el tiempo
oportuno. Si de cambio se trata, este
tiene que ser correcto, sensato, y está dentro del terreno de lo posible. Los pasos son sencillos: pare, piense,
visualice, rece. Si todos los elementos
son positivos, el individuo puede escoger el tiempo mediante el control
dominante.
He
descubierto que muchas personas hacen cosas, y las hacen bien, pero en el fondo
de su corazón preferirían hacer otra cosa distinta, de tiempo en tiempo nos sorprende alguna
persona que ha tendió mucho éxito y de pronto resuelve cambiar de carrera en
sus años maduros, y logra también gran éxito en otra profesión.
Cuando
pienso en la felicidad que he experimentado, me parece que me ha venido en su
forma más intensa y agradable cuando he recibido o cuando he dado bondad. He llegado a la conclusión de que la bondad
recibida y la bondad que usted ha recibido o que ha dado, y observe que todavía
tienen el poder de estimular sentimientos de felicidad, aun cuando hayan
ocurrido desde hace muchísimo tiempo.
Alcanzar
una actitud mental de calma y seguridad es requisito básico para lograr la
felicidad; y para desarrollar esa serena actitud mental, es sumamente
importante la seguridad que se deriva de la fe.
Me parece que es un hecho bien comprobado que cuando la fe es débil, la
angustia es proporcionalmente fuerte, mientras que si la fe es fuerte, la
angustia será menos problema.
Tarea completada
ResponderEliminar