miércoles, 30 de mayo de 2012

AL FIN LA FELICIDAD


Seria difícil imaginar a una persona más descorazonada y sin esperanzas que Ken Butterfield cuando deambulaba por la segunda avenida, aquella triste mañana de febrero. Se había desayunado frugalmente con café y tostadas en un cafetín pocas cuadras atrás, y tenía en el bolsillo exactamente siete resobados billetes de a dólar.  Había pasado la noche en un refugio para hombres sin hogar, pero tenía una cosa en su favor: un traje bastante decente, que era lo que le había quedado de una pasada prosperidad.  El aspecto general de Ken era de aseo personal.


Había sufrido una rápida caída en espiral.  El padre, al morir, le dejo unos cuarenta mil dólares; y no habiendo dispuesto antes de una suma tan grande, Ken la malbarato, primero en salones elegantes y después en tabernas infelices.


-Ya no tengo ninguna esperanza-le confió a un amigo.

-Debieras ver a Norman Vincent Peale.

-Quien es, y que puede hacer por mí?

-Tal vez te pueda dar una nueva idea acerca de ti mismo, Nada se pierde con que vayas a verlo.


Era soltero y había sido subgerente de una tienda, pero se dio mucho a la bebida y perdió el empleo, que era bueno y le ofrecía oportunidades de progreso.  Entonces si se lanzó cuesta abajo, pero únicamente ahora se daba cuenta en realidad de su situación, y quería ponerle algún remedio.  Era bastante inteligente para comprender que el primer paso tenía que ser abandonar los pensamientos negativos, desechar esa actitud de desesperanza y desprecio de si propio, y buscar en cambio todos los factores positivos de su situación.


En algunos casos la misma persona tiene la facultad de crear el tiempo oportuno.  Si de cambio se trata, este tiene que ser correcto, sensato, y está dentro del terreno de lo posible.  Los pasos son sencillos: pare, piense, visualice, rece.  Si todos los elementos son positivos, el individuo puede escoger el tiempo mediante el control dominante. 


He descubierto que muchas personas hacen cosas, y las hacen bien, pero en el fondo de su corazón preferirían hacer otra cosa distinta,  de tiempo en tiempo nos sorprende alguna persona que ha tendió mucho éxito y de pronto resuelve cambiar de carrera en sus años maduros, y logra también gran éxito en otra profesión.


Cuando pienso en la felicidad que he experimentado, me parece que me ha venido en su forma más intensa y agradable cuando he recibido o cuando he dado bondad.  He llegado a la conclusión de que la bondad recibida y la bondad que usted ha recibido o que ha dado, y observe que todavía tienen el poder de estimular sentimientos de felicidad, aun cuando hayan ocurrido desde hace muchísimo tiempo.


Alcanzar una actitud mental de calma y seguridad es requisito básico para lograr la felicidad; y para desarrollar esa serena actitud mental, es sumamente importante la seguridad que se deriva de la fe.  Me parece que es un hecho bien comprobado que cuando la fe es débil, la angustia es proporcionalmente fuerte, mientras que si la fe es fuerte, la angustia será menos problema.

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